Conociendo las tierras locales

El siguiente paso fue conocer y probar las tierras locales, las que conseguimos alrededor de la ciudad de La Paz.

Para esto Peter Gmeiner, quien vino de Alemania, se ofreció a guiarnos y acompañarnos. Él era el fundador y gerente general de la empresa Lehmorange, con mucha experiencia práctica en la construcción y en el desarrollo de mercado para estos productos en ese país.

También contamos con el apoyo de Walter Espinoza y Manuel Durán. Walter era el decano de la Facultad de Arquitectura FAADU. Manuel era el coordinador del Centro de Experimentación en Tecnologías Alternativas CETA de esa facultad.

Ellos nos abrieron las puertas del CETA, donde pudimos trabajar con Peter casi dos semanas, experimentando, probando y evaluando las materias primas.

La primer pregunta que nos hicimos fue, ¿qué producto queremos desarrollar? Esta pregunta es crucial, ya que solo respondiéndola podríamos evaluar correctamente los resultados de las pruebas.

Viendo la realidad local y gracias a la experiencia de Peter, el tiempo de reflexión fue corto. Si deseábamos romper el estigma de la tierra como material viejo y rústico, e integrarlo a la construcción contemporánea, el camino más directo sería desarrollar revoques de tierra que fueran fáciles de usar y con los que se pudieran lograr acabados de interiores modernos.

Para hacer las pruebas armamos en el CETA pequeños muros de ladrillo, ya que este es el material más usado en la construcción de muros y era necesario probar su adherencia en este tipo de superficie.




El apoyo de Peter fue muy valioso en esta etapa. Nos enseñó de manera sencilla, clara y muy práctica las bases técnicas para hacer las pruebas.


Haciendo tests sencillos vimos que todas las tierras eran más o menos arcillosas. Luego realizamos las pruebas de mezcla con arena y fibras vegetales con la intención de encontrar una fórmula base para revoque.  Con esos resultados definimos qué tierras podrían servir para capas gruesas que dieran planicidad a los muros y aportaran masa e inercia térmica, y cuáles serían nuestros materiales de acabado.






Fueron días muy intensos de trabajo, que dieron un resultado mejor a lo esperado. Todas las tierras que conseguimos en La Paz llegaron a ser aptas para un uso como revoques de tierra. Y gracias a que Peter nos ayudó a comprender las bases de evaluación de los materiales, pudimos llevar a cabo más pruebas por nuestra cuenta.

Pero lo más valioso de esta experiencia fue contar con el apoyo de personas con quienes compartimos una idea en común y que de manera desinteresada nos ayudaron, abriéndonos las puertas a las instalaciones del CETA o a su conocimiento. GRacias a esto pudimos dar los primeros pasos en un sueño que hoy se llama TecnoClay.

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